Esta vez en Avilés y en Corvera. Los números agraciados de la lotería caen a mi alrededor como obuses que estallan a pocos metros de un soldado que avanza hacia la trinchera enemiga.
Al menos no tendré la tentación de revender mi décimo con intereses para que un sujeto pueda así proceder al blanqueo de su capital. No podrán decir lo mismo un porcentaje indeterminado de los premiados de este año.
Y luego nos llevamos las manos a la cabeza con la corrupción en la política. El político es el espejo de la sociedad.
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