jueves, 30 de julio de 2009

Sobre Menorca y mis vacaciones.

Bonito lugar Menorca. Entretenido a la vista. Al menos si te dedicas a compararlo con Asturias. Dos lugares que poco, por no decir que nada tienen que ver. Bonito digo; y eso que desde el avión no me dio buena espina. Una roca insertada en medio del Mediterráneo y poco más, parecía la ínsula en cuestión. Pero a medida que el avión pierde altura empiezas a darte cuenta de qué va el tema. Poblaciones concentradas en la costa e interior semidespoblado.

Una vez abajo llama la atención lo a rajatabla que están divididas las parcelas del interior de la isla. Muretes de piedra separan de forma disciplinada fincas cuyo uso agrícola, si es que este existe, me fue imposible adivinar.

Además del caballo, que por lo que se ve es el rey de los animales allí, también hay vacas. ONG ya, para que las vacas menorquinas puedan pasar los veranos en las praderías del Cantábrico. Nunca pensé que estos animales pudieran soportar tanto calor.

El territorio de Menorca es eminentemente plano. El Monte Toro, con la mitad de altura que el Pico Gorfolí, es la cota de referencia. Aunque también es cierto que hacia el norte hay zonas donde la llanura da paso a una orografía más escarpada y el bosque mediterráneo se impone a los llanos.

En cuanto a su litoral, llama la atención sus acantilados. O mejor dicho, miniacantilados si los comparamos con los de aquí. Eso no quita que sean lugares hermosos llenos de grutas y pequeños cabos que de improviso dan paso a las famosas calas.

Las calas. No es que sea yo muy fan de las playas. Pero son guapas. Muy guapas. Sobre todo las que no llevan insertadas de regalo un hotel para turistas. Si escribo sobre sus aguas turquesas, arenas blancas, etcétera, etcétera, no descubro nada; así que me limitaré a decir que para uno del cantábrico, las playas de Menorca sirven para dos cosas: mitigar el calor severo dándose un chapuzón en el agua y ponerse moreno y así presumir a la vuelta. Personalmente, destacaría que en ninguna de las que estuve estaban masificadas, algo que agradecí profundamente.

Menorca es un lugar más pequeño que el concejo de Cangas del Narcea. Curiosamente tiene más fortificaciones defensivas que toda Asturias y no sólo en sus ciudades más importantes, sino por toda la isla. Así es la cultura mediterránea. Lo mismo fueron capaces de sentar los cimientos de la civilización occidental, que de convertir el saqueo y la rapiña en un arte. Los del norte somos iguales pero sin lo de la civilización occidental y tal.

Los guiris. Qué gente más maja. Podría haberme pasado la semana entera mirando para ellos y luego escribir un libro. Desde una niña de pelo pelirrojo y piel rosada deambulando por el hotel vestida de faralaes, hasta un señor pertrechado con un detector de metales metido en el agua de la playa rodeado de bañistas. Gente sin complejos. Por cierto, menorquines no soy consciente de haber visto.

Los españoles somos la gente con peores modales y educación a la hora de sentarse a la mesa. Italianos, alemanes e ingleses eran mayoría a la hora de llenar el comedor del hotel. Pese a contarnos por cientos, uno podía sentarse a la mesa y tener una conversación agradable sin que en las mesas de al lado pareciera que estuviera de comilona el ejército de Pancho Villa. Un ejemplo a seguir.

Pero lo mejor de Menorca es su maravillosa luz. Tuve que estar allí para entender que en Asturias por muy claro que sea el día vivimos en penumbra. Ni playas, ni sol, ni cualquier otra cosa; de allí me llevaría su luz. Yo insistía que por momentos, el cielo era más blanco que azul, pero como nadie me hacía caso supongo que eran alucinaciones.

Por lo demás, fueron siete días en un lugar extraño y nuevo para mí, donde hice lo que me dio la gana, donde pude estar lejos de mi rutina, y donde fui a los lugares que quise y cuando quise.

Además me leí un libro.

lunes, 20 de julio de 2009

No podemos caer más abajo.

En estos días en los que se conmemora cuan alto hemos llegado. Hasta la luna se entiende, se me ocurre conmemorar cuan bajo hemos podido bajar. Desde la superficie terrestre, por supuesto.

El Pozo Superprofundo de Kola. Nombre sencillo, para un experimento sencillo. Cavemos y a ver hasta donde alcanzamos. Cosas de la Guerra Fría en las que las dos superpotencias competían por cualquier cosa.




Más de 12 km. de pozo, en un recóndito lugar de Siberia. Más abajo no se puede porque las temperaturas superan los 180º y no hay ingenio humano que funcione en tales condiciones.



Triste. No somos capaces de caer más bajo. La corteza es nuestro límite.

miércoles, 15 de julio de 2009

Las tres preguntas.

¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?. No, esas no son las tres preguntas. Cuando uno sale a la calle por Asturias con micro en mano o cámara al hombro, las tres preguntas son:

a) "¿Sois de Conexión Asturias?"

b) "¿A qué hora emiten esto?"

Esta puede ir a acompañada de la respuesta: "Esto va a ser en directo". Entonces, suele ir aparejada de la pregunta trampa: "Sí, ¿pero a qué hora lo emiten?". Misterios del tiempo y del espacio.

c) "¿Viene alguien famoso?"


No fallan. Es algo matemático. Y algo cansino, la verdad.

http://www.youtube.com/watch?v=OVdIAw2v2lo

martes, 14 de julio de 2009

Piel de gallina.

Cuarenta y seis personas llegaron hoy desde Cuba. Algunos hijos y nietos de asturianos. Otros se fueron siendo niños a la aventura y no habían vuelto desde entonces a su tierra. Uno de ellos se reencontró con su hermano después de cincuenta años. Medio siglo.

Veo la jugada, desenfundo micro y que me cuenten su historia. Las razones de su marcha no eran demasiado originales. Hambre, miseria y ansias de encontrar una vida mejor.

Lo original era la escena en sí misma. Unidos hombros sobre hombro. Ahí no había dios que los despegara. No hubo lugar a gestos grandilocuentes de felicidad. Les bastaba con tocarse, como si necesitaran una prueba empírica de que efectivamente aquello estaba pasando.

Lo más llamativo fue que mientras el que venía de Cuba ofrecía una cara de felicidad absoluta, su hermano, el que se quedó en Asturias, estaba abrumado. Jamás he visto una conjunción tal de emoción y tristeza. Cómo me hubiera gustado adivinar cuántos recuerdos había detrás de las lágrimas, que lenta pero obstinadamente asomaban por sus ojos.

jueves, 9 de julio de 2009

No lo intenten en sus casas.

-"Barras".

- "Listo".

- "Diego, probando labiales"

- "Pa, pe, pi, po, pu, pa, pe, pi po, pu".

- "Listo".

- "Ostras", pienso mientras estoy frente a la cámara, "Si están probando el sonido de los escenarios con el Davidian de los Machine Head".

- "Blind man ask me forgiveness, I won't deny myself...", canturreo mientras espero a entrar en directo.

- Y ahora el estribillo: "¡Let freedom ring with a shotgun blast!". El cámara sonríe. El tiempo pasa despacio cuando te toca entrar al final del informativo.

- Y ahí va otra vez: "¡Let freedom ring with a shotgun blast!".

- "Diego, 40 segundos".

- "¿Cuatro minutos?, vale. ¡Let freedom ring with a shotgun blast!", canto mientras agito la cabeza.

- "No Diego. 40 segundos...".

- Cámara y acción.

En resumen, no he sido carne de zapping por cuestión de segundos...

viernes, 3 de julio de 2009

50 canciones de 50 bandas de los 90 (rememorando mis años mozos) #3



Canción: Searching with my good eye closed.
Grupo: Soundgarden.
Disco: Badmotorfinger, 1991.

Comentario: Si hay una banda pionera dentro del ´Sonido Seattle’ esa es Soundgarden. Ellos fueron los primeros de su generación en firmar con una multinacional y de esa manera dar el primer aviso a todo el mundo de que algo se cocía en el noroeste de los EEUU. Toda la energía desbocada de sus primeros trabajos (Ultramega OK, Louder than Love, etc..) alcanzó su cota más sublime con ‘Badmotorfinger’, un disco que contiene momentos en los que realmente no te puedes creer lo que estás escuchando. La obra cumbre del Metal de esa década para mi gusto. Después llegaría ‘Superunknown’, su disco más exitoso desde el punto de vista comercial. Una obra menos ‘heavy’, más compleja y preñada de oscuros medios tiempos. Sus ventas millonarias se explican muy fácilmente: es una de las grandes discos de la historia del Rock. Soundgarden no tuvo tiempo de entrar en decadencia. ‘Down on the Upside’ fue su último trabajo. Un perfecto epitafio en forma de disco, que si bien no obtuvo un gran éxito de ventas, es como los buenos vinos, gana con el tiempo. La voz de Chris Cornell, los enigmáticos acordes de la guitarra de Kim Thayil, las serpentantes líneas de bajo de Ben Shepherd y el saber hacer de Matt Cameron a la batería, convierten a Soundgarden en una de las bandas más importantes de mi vida. Da escalofríos pensar que todos están vivos y podrían volver a reunirse. Sin embargo, los años pasan y la sensación de que esa posibilidad se haga realidad es utópica. En fin, ahí queda su intachable carrera y una cantidad increíble de canciones para escuchar y recordar los viejos tiempos, aquello en los que el Rock estaba vivo y pasaban cosas como ésta:

http://www.youtube.com/watch?v=sruPa9hqS2Y