lunes, 21 de septiembre de 2009

"Buchenwald es el infierno"

“Buchenwald es el infierno”. No, ni lo leí en un libro, ni lo ví en un documental o en una película. Me lo dijo un señor llamado Aladino Castro, superviviente de este campo de concentración.

Nacido en San Martín del Rey Aurelio en 1923, a los cuatro años se fue a Francia después de que su padre decidiera emigrar en busca de una vida mejor. Allí le pilló la Guerra Civil. No tuvo que sufrirla directamente, sin embargo sí recuerda con precisión los nombres de los conocidos muertos en la contienda. No tuvo tanta suerte con la Segunda Guerra Mundial, según él una continuación de los sucedido en España. Con la invasión de “los salvajes”, así llamó a los nazis, Aladino se unió al maquis. “Yo era minero y como los mineros asturianos luchamos por la libertad”, asegura.

En 1942 fue hecho prisionero. Tenía 20 años. Fue encarcelado y torturado. Finalmente en julio de 1944 formó parte de un convoy de 1800 personas que dieron con sus huesos en los campos de Buchenwald. Cuando llegaron, sin comer ni beber durante días, muchos habían muerto, otros se habían vuelto locos. “Sólo deseaba ser fusilado y acabar de una vez”, confiesa, pero su destino fue otro: golpes de con las culatas y patadas en la cabeza fueron su pan nuestro de cada día.

Salvó su vida de milagro, y no sólo por la violencia de su captores. Un día, los aviones aliados bombardearon Buchenwald. Él no estaba allí, le tocaba trabajar en las minas de sal cercanas. Doce horas diarias sin apenas comida. Pesaba 32 kilos cuando fue liberado.

“Somos testigos vivientes, ¿pero por cuánto tiempo? Me parece que por poco tiempo”. Aladino Castro – superviviente del campo de concentración de Buchenwald -

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