Sí, mierda de banderas. Con todas las letras. Todavía me tiemblan las manos mientras estoy tecleando. Patidifuso me he quedado cuando ví en el teledario como terminaba la famosa ‘Guerra de las banderas’ de Villaba. Un conflicto iniciado hace unas semanas por el grupo municipal de ANV de ese pueblo navarro. Todo empezó cuando colocaban una ikurriña en el pleno municipal. Supongo que defendían así la “vasquidad” de Navarra. Los miembros del consistorio pertenecientes al PSOE y UPN, respondieron con banderas de Iron Maiden y Kiss los primeros, ya que son los grupos favoritos de un edil socialista y del Osasuna los segundos.
Ayer, el alcalde de Villaba, de Nafarroa Bai, es decir, de otro partido nacionalista, ordenó a la policía retirar las de Iron Maiden, Kiss y Osasuna pero dejar la Ikurriña.
Cada día me dan más asco las banderas. Mejor dicho, el asco me lo dan muchos de los que las enarbolan, supuestamente, en nombre y por el bien del pueblo. Entiendo que uno, al ver una bandera, pueda sentir hacia ella simpatía porque te evoque ciertos sentimientos de simpatía hacia lo tuyo. Pero nada más.
Tengo mi propia opinión sobre las banderas. Para mí no son más que trapos con colorinos. Pedazos de tela nacidos originariamente con un solo fin: que los pobres de un país se enfrentaran a los pobres de otro país, para defender los intereses de los ricos de uno y otro lado de la frontera. Las banderas son el envoltorio en el que se esconden los intereses de los poderosos. Las banderas sólo deberían tener un color: el rojo-sangre de los que murieron en su nombre por intereses espúreos.
Manda huevos, manda huevos que la ikurriña tenga más valor que una bandera de Iron Maiden o de Kiss o de Osasuna. Qué desvergüenza la del alcalde de marras. ¿Dónde está escrito que uno deba sentirse más identificado con un territorio que con la música, con el deporte o con cualquier otra cosa?
Estoy convencido que el 99.9% de los habitantes de Villaba prefieren ir al fútbol o a un concierto que a un pleno del ayuntamiento. Madre mía, si a mi me dan a elegir entre el día de la Hispanidad o un concierto de Perl Jam, ya le pueden ir dando a la Fiesta Nacional. Si tengo que escoger entre los actos de celebración del Día de Asturias o ir a un partido en El Molinón, ya puede estar Tinín esperando por mí.
Me das pena, alcalde de Villaba, tú y todos los nacionalistas de tu estilo. Me da igual que sean navarros, vascos, españoles o venusianos. Catetos intelectuales incapaces de tener una erección sino se envuelven antes con su enseña nacional. Insensatos prepotentes pseudoanalfabetos, que tienen la insolencia de pensar que lo suyo es mejor que lo de los demás. Mentirosos compulsivos, falsificadores de la historia, tahúres que con una mano te enseñan la banderita y por otro lado te roban tu capacidad para identificar cuáles son las auténticas razones por las que merece la pena luchar en esta vida. Me das pena alcalde. Y asco.
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