viernes, 28 de noviembre de 2008

Mis 30 minutos con Quini.



Soy del Sporting de Gijón. Es mi equipo de fútbol. Lo es desde que tengo uso de razón. Es más, me gusta más el Sporting que el fútbol en sí mismo. Así que la posibilidad que me surgió de poder entrevistar a Quini era para mí todo un acontecimiento. Durante los últimos años he tenido la oportunidad de entrevistar a cientos de deportistas. La mayoría humildes, aunque también deportistas de élite, Campeones de España, de Europa, del Mundo e incluso olímpicos. Sin embargo, con ninguno de ellos sentí nada especial, te centras en tu trabajo y ya está. Pero no todos los días se puede estar al lado de un héroe de tu niñez. Y eso es Quini para mucha gente. Uno de los mejores, por no decir el mayor goleador, que haya dado jamás el fútbol asturiano y español. Quini es simplemente el Sporting.

Desde el día en que me enteré de que podría hacerle el reportaje no podía quitarme de la cabeza qué sentiría al encontrarme con ‘el Brujo’. Las dificultades para concertar la cita y el hecho de que apenas conceda entrevistas, sobre todo desde su enfermedad, me hacía temer que la experiencia no fuera tan intensa como esperaba. No podía estar más equivocado.

Finalmente Quini accedió a que le entrevistáramos. El jueves a las 4. El lugar, El Molinón. Imposible encontrar un emplazamiento mejor. Así que a menos cinco, mí cámara y yo ya estábamos a las puertas del campo. Nos adentramos en las entrañas del estadio, que literalmente se está cayendo a pedazos, y desde la grada alcanzamos el césped. Impresiona ver El Molinón desde abajo, ver esas gradas vacías, con los colores rojiblancos de los asientos y el nombre de REAL SPORTING DE GIJÓN en la tribuna este.

Como no encontramos a nadie en el césped, decidimos meternos hasta la puerta de vestuarios. Allí le explicamos a un utillero lo que habíamos venido a hacer. Mientras esperábamos, me dediqué a ver como iban llegando los jugadores para el entrenamiento que media hora más tarde la plantilla iba a realizar en el estadio. Kike Mateo, Luis Morán, Raúl Cámara,… hasta que finalmente apareció Quini. Me presenté, le dí la mano y él me dijo que esperásemos un momento fuera. A los cinco minutos apareció sobre el mismo terreno de juego en el que tantos días de gloria había dado al equipo de mis amores. Las primeras preguntas se las hice en el centro del campo. Luego decidí hacerle algunas más en una de las porterías. Le pregunté cuál prefería. El esbozó una sonrisa pícara y respondió con ironía, “espera que piense en cuál de ellas marqué algún gol…” Yo sonreí. Al final eligió la portería del fondo sur. Después le hice las últimas preguntas paseando de portería a portería.

Cuando acabé le dije que necesitábamos imágenes suyas como recurso para el reportaje. “Quizás con un balón…” Le dije. Él volvió a sonreír y me dijo que si quería matarle. No hubo tiempo para más charla. Inmediatamente le llegó un balón desde la banda y se puso a pasarlo con su hermano y el utillero. En un momento dado el balón se escapó y yo, repito yo, le dí un pase al mismísimo Quini. Podía haberme muerto allí que lo haría tranquilo. El caso es que Quini empezó a cogerle gusto al asunto y en menos que canta un gallo estaba en el la portería del fondo norte tirando penaltis. Yo no me lo podía creer. Y en esto que la plantilla del actual Sporting con mi admirado Manolo Preciado a la cabeza, aparecieron en el césped y comenzaron a animar al ‘Brujo’. Aquello superó definitivamente todas mis expectativas.

Un rato después volvió acercarse a mí y me preguntó si necesitaba algo más. Le dije que sí, “me gustaría poder hacerme una foto con usted” (yo le había tratado de usted todo el tiempo). “ No”, me dijo él, “No si me sigues tratando de usted”. Y ahí están las fotos, aunque una borrosa (mataré al cámara, lo juro). Le di las gracias y le dije que era todo. Después le deseé suerte para el partido con el Espanyol. Él, lejos de despedirse se puso a hablar del equipo, de lo mucho que tenía que correr porque sino no habría manera de ganar a nadie. Yo hablando de fútbol con Quini... Estaba en el séptimo cielo. Le dije que había disfrutado mucho de la victoria ante el Valencia. Él me dijo que había sido un partidazo. Tras esa breve charla futbolística volví a desearle suerte y añadí que yo era un esportinguista acérrimo. Él se rió y se despidió diciendo “Gracias y tener cuidadín de vuelta a Avilés por la carretera”. Así es Quini.



Unas horas después yo todavía estaba levitando. Pensé que la experiencia había terminado. Pero no. De repente recibí la llamada de un número que no conocía. Resultó ser un redactor del periódico El Comercio. “¿Eres Diego?”, “Sí” contesté. “Oye, ¿es cierto que Quini estuvo tirando unos penaltis en El Molinón?”, “Pues sí”, le dije. “Cuéntamelo todo”. Y así terminó la jornada. Contando a un compañero cómo habían sido mis 30 minutos con Quini.

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