miércoles, 2 de septiembre de 2009

Pittmanía o el culto a lo bello.

En los periódicos locales sigue coleando la visita de Brad Pitt a Avilés. Algunos todavía ni se lo creen, como lo de la llegada a la luna. El caso es que hoy aparezco en una de las fotos tomadas a la entrada del NH. Brazos cruzados, cabeza gacha y mirada perdida. ¿Anonadado quizás por la histeria colectiva de las marujas arremolinadas frenta al hotel? ¿Perplejo tal vez cuando me enteré que un borderline había pasado la noche a la entrada del Ferrera? No sé, no me acuerdo.

El caso es que Brad ha dado más publicidad a Avilés y al proyecto del Niemeyer que nunca nadie antes. No hay informativo, programa rosa, periódico o portal de internet patrio, que no haya mencionado la Villa. Y todo porque el tipo está muy bueno.

Por aquí han pasado gente como Woody Allen, Kevin Spacey, Omar Shariff, Wim Wenders, Carlos Saura, Barbara Hendricks o Vinton Cerf. Todos ellos invitados por la Fundación Niemeyer. En unos días le toca a Yossou N´Dour y hasta miembros del FBI (no es coña, vienen al Foro de la Diplomacia Cultural).

Ninguno de ellos tiene la sonrisa de Brad, ni poseen el escultural y trabajado torso de Brad, ni los profundos y arrebatadores ojos claros de Brad, ni el salvaje e indomable pelazo rubio de Brad. Brad es dios, porque amamos, ansiamos y adoramos la belleza. Todos queremos ser Brad o poseer a Brad. Pero va a ser que no.

1 comentario:

ainhop dijo...

yo tampoco.