jueves, 6 de agosto de 2009

Una de embutidos.

A un chorizo pepero no se le llama chorizo. Se le denomina un listo, un tipo avispado para los negocios.

Un chorizo pepero es el nuevo Robin Hood. Prevarica con los ricos y reparte las migajas con los pobres. Así, si se va al trullo, al menos tiene un bonita manifa de despedida.

Un chorizo pepero es un patriota. Si se le acosa, lo mismo acusa al gobierno de perseguirle en vez de a ETA, que de alarmarnos ante los peligros de una conspiración roja para derribar la democracia. Todo ello al ritmo del “Chunda, chunda”.

Un chorizo pepero es un ser querido. Querido por su partido, defensor a capa y espada de su compañero, con tal de que sus chanchullos no limen ni un milímetro sus expectativas electorales.

Un chorizo pepero vale por dos, o por tres, o cuatro, respecto a cualquier otro chorizo. La sociedad, vaya usted a saber por qué, es más condescendiente si el ladrón es de la derechona.

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