La fe ciega es la más peligrosa de todas. Es aquella que nubla nuestro criterio y asesina nuestra capacidad de discernimiento. Fiarlo todo a ese tipo de fe es cuando menos peligroso. Por eso sólo apelo a ese tipo de fe para las cosas más nimias de la vida, es decir, aquellas cuya repercusión final sobre mí y los que me rodean sean mínimas en caso de no cumplirse las expectativas.
Por eso hoy, martes 28 de abril de 2009, y con el Sporting en puestos de descenso, afirmo mi fe ciega en que se va a salvar. Ahí queda escrito.
Para las cosas importantes de la vida prefiero apelar a la fe crítica o la fe constructiva. Aunque mientras escribo esto, no me terminan de encajar ambos adjetivos con el sustantivo en cuestión.
martes, 28 de abril de 2009
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