Comenzó otra temporada de Fórmula 1. Ese deporte semidesconocido en este país hasta que empezó a ganar uno de los nuestros. Sea por lo que sea, ahí nos tiene pegados a la tele a unos cuantos millones de seguidores sábados y domingos.
Lo más curioso es que el porcentaje de personas que realmente entienden lo que se ve en las carreras es mínimo. La mayoría repetimos como loros detalles técnicos más propios de una clase de igeniería que de una tertulia deportiva.
Aficionado 1: ¿te has enterado de lo del Kers?
Aficionado 2: Sí hombre, el sistema de recuperación de energía cinética que permite que el motor tenga un plus de 400 kilojulios durante siete segundos. Una pasada.
Aficionado 1: No sé, no sé, yo creo que es cotraproducente con el equilibrio aerodinámico del monoplaza.
Aficionado 2: Hombre, eso está claro. Además del sobrepeso adicional que sin duda es cotraproducente.
Aficionado 1: Para mí la clave va a estar en los difusores.
Aficionado 2: Claro, claro, la redistribución de la salida del viento es fundamental.
En fin, adiós a lo de que esto es un juego viril, a lo de que el árbitro es un cabrón, no hay rival pequeño, a veces en el deporte dos más dos no son cuatro, qué injusto es a veces el deporte, etc... Bienvenidos a las tertulias deportivas del siglo XXI.
Yo la verdad, que de original no tengo nada, lo que quiero es que gane Alonso. Así que ¡dále Fernando, dále!
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