Los Idus. Días de buenos augurios en el calendario romano. En el mes de marzo los Idus caen el 15. Y un día 15 de marzo de hace 1965 años moría asesinado Julio César. Obviamente, muchos líderes de grandes naciones habían sido asesinados antes que él, pero la completa información que tenemos de aquel día, lo convierte en el primero de los grandes magnicidios de la historia.
La noche antes, César cenaba con algunos de sus más íntimos seguidores. En un momento dado, la conversación derivó hacia cuál era la mejor de las muertes. Todos concluyeron en que una muerte violenta y rápida era la más apropiada. Todos menos César, “la mejor muerte es aquella que llega sin previo aviso” espetó.
Al día siguiente estaba previsto que el Senado se reuniera. Julio César sabía desde algunos días antes que algo se estaba fraguando en un sector del Senado. Pero a sus 56 años, había burlado tantas veces a la muerte que más que preocuparle, le divertían ese tipo de conspiraciones. Había llegado a un punto en el que disfrutaba más perdonando a sus enemigos que destruyéndolos. Incluso cuando le presentaron la cabeza de su mayor enemigo, Pompeyo, se horrorizó o al menos fingió hacerlo y mandó colocar una estatua suya a la entrada del Senado. Hubiese disfrutado más perdonándolo.
Por la mañana, la esposa de Julio César, le pidió que no fuera al Senado. Durante la noche, Calpurnia había soñado con la muerte de su marido. Eso hizo le dudar, pero, en ese momento uno de los conspiradores llegó a su casa y le convenció para que asistiera a la sesión. Poco después llegaría otra persona para convencerle de lo contrario.
Pero ya era tarde, César ya se dirigía al Senado. Por el camino un quiromante le gritó: “¡Cuídate de los Idus de Marzo”. Él contestó: “Ya estamos en ellos”, a lo que el desconocido le replicó: “Sí, pero aún no han terminado”.
Probablemente aquello no lo llegó a escuchar. La gente vitoreaba su paso. A su lado iba Marco Antonio, su hombre de confianza. Finalmente llegaron a las escaleras de acceso al gran salón de reuniones. Otro hombre se acercó a él y le entregó un papiro enrrollado. César no lo abrió. En él se detallaban los detalles de la conjura.
Una vez en la entrada, uno de los conjurados, Trebonio, apartó a Marco Antonio del lado de César con la excusa de tener que comentarle un caso. Julio César entró solo al Senado. Un grupo de Senadores se arremolinaron junto a él para implorarle el perdón para el familiar de uno de ellos. Esa era la señal. Sesenta senadores se abalanzaron sobre él hundiendo sus dagas en el cuerpo del gobernante de Roma.
Suetonio asegura que sí pronunció el famoso “et tu quoque Brute file mi” (“Tú también, Bruto, hijo mío”), en referencia a Décimo Junio Bruto, su protegido e hijo de su ex amante Sempronia. Otras versiones consideran que la frase fue pronunciada en griego “Kai sú teknon". Lo que no queda claro es si la dijo en forma interrogativa o exclamativa.
Lo último que César hizo en vida fue taparse la cara con su toga empapada en sangre, mientras yacía a los pies de la estatua de su admirado e íntimo enemigo, Pompeyo ‘El Grande’.
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