Pues no, no es guay. Y no lo es, entre otras cosas porque ni siquiera el término guay ya es guay. Esto es lo que pasa cuando en tu trabajo entras en contacto con gente más joven que tú. Uno de ellos, durante un descanso, aprovechó para entrar en su página de Tuenti, red social que sí sería guay si guay aún sirviese para definir la cosas guais.
En fin, reconozco que nunca había visto cómo era esto del Tuenti y la verdad, aquello es como un mercado de la carne. Fotos de chicas ligeras de ropa y en poses más propias de un contorsionista que de otra cosa y chicos con gafas de sol, pseudocresta capilar y desnudos de torso para arriba con el fin lucir músculos y tatuajes varios.
Mientras miraba asombrado aquel homenaje a la feromona, mi compañero se giró hacia mí y me preguntó: ¿tú no estás en Tuenti?. “No” – le dije – “Yo estoy en Facebook”. “Ah…, Facebook”, me respondió.
Es difícil explicar el tono en el que me dijo, ese “Ah…, Facebook”. Fue algo así como “claro, claro, a tu edad…”. Si le hubiera dicho que estaba pescando truchas en el Rubicón el día que lo cruzó Julio César, no le hubiese parecido más viejo.
Facebook, esa red social destinada a aquellos que buscan personas que no ven desde 1ª de EGB y no saben muy bien para qué, para los que necesitan hacerse fan de cosas que ya pasaron de moda hace décadas, para gente que todavía dice guay.
Guay.
martes, 10 de marzo de 2009
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