sábado, 17 de enero de 2009

Lo que no nos enseñaron en el colegio: Fernando 'el Católico' era más castellano que Isabel 'la Católica' (parte 2).

Cuatro años reinó Fernando ‘el de Antequera’ en la Confederación Catalonoaragonesa. A su muerte (1416) heredó el trono su hijo mayor Alfonso V, llamado ‘el Magnánimo’. Rey aragonés sí, pero nacido en Medina del Campo. Éste se dedicó a andar a la gresca con su primo Juan II de Castilla, que ya había alcanzado la mayoría de edad y que estaba harto de que sus primos ‘aragoneses’ aprovecharan sus amplísimas posesiones en Castilla para intrigar en su contra. Este tipo de riñas tenía ahora la ventaja de que, desde la llegada de Fernando y Leonor al trono aragonés, la lengua castellana se había convertido en la oficial en la Corte, así que castellano-leoneses y catalano-valenciano-aragoneses ya pudieron discutir en el mismo idioma para siempre.

Alfonso V 'el Magnánimo' (1396-1458).

Pese a esas continuas trifulcas entre primos, Alfonso tuvo tiempo de casarse con la hermana de Juan, a la sazón su prima, María de Castilla. Por desgracia ‘el Magnánimo’ sólo tuvo descendencia con sus amantes, así que cuando murió (1458), el trono pasó a manos de otro de los hijos de Fernando ‘el de Antequera’, el hermano pequeño de Alfonso, Juan II (no confundir con su primo el rey castellano).

Este nuevo rey aragonés también había nacido en Medina del Campo. Para lo que no había nacido era para ser monarca aragonés. Al menos en principio. Su condición de segundón le relegó a rey consorte en Navarra, fruto de su matrimonio con Blanca de Navarra (1419). Juan no prestó excesiva atención a los asuntos navarros, prefería pelear contra sus primo y tocayo castellano, hasta que su esposa falleció (1441). Ahí es donde vio su primera oportunidad para ser un verdadero rey. Pero en las capitulaciones previas a su matrimonio con Blanca, se estipulaba que a la muerte de ésta, el trono pasaría a manos de su hijo mayor, Carlos, Príncipe de Viana. Para liar aún más la madeja, Carlos sería rey siempre y cuando contase con la bendición de su padre. El resultado no podía ser otro que una guerra civil entre partidarios del padre y del hijo. Como las armas favorecieron a Juan, Carlos no tuvo otra opción que esperar mejores momentos para tomarse la revancha.

Juan II (1398-1474).

Sin embargo, las cosas lejos de solucionarse se fueron complicando aún más. Juan había contraído segundas nupcias con una castellana: Juana Enríquez y Fernández de Córdoba. Si su madre había sido una Alburquerque, una de las familias de mayor abolengo en Castilla, su esposa una Enríquez, no tenía nada que envidiarle en cuanto a riquezas y pedigree. Finalmente, el 10 de marzo de 1452, de un padre nacido en Medina del Campo y una madre nacida en Torrelobatón, provincia de Valladolid, vino a este mundo Fernando, quien pasaría a la historia como ‘el Católico’.


Juana Enríquez (1425-1468).


Su hermanastro Carlos lo consideró un contratiempo de cara a sus pretensiones hacia Navarra y un enemigo directo cuando el padre de ambos se convirtió al fin en Rey de Aragón. Fernando había nacido en una familia real pero sin derecho directo a ninguno a los dos tronos en los que se sentaba su padre.

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