
‘El Impotente’. Ese es el sobrenombre de su sucesor. Enrique IV, era hijo de Juan y de su primera esposa, María de Aragón. Ésta era hija, como no, de Fernando ‘el de Antequera’ y por lo tanto su prima. Como se ha dicho antes, Juan II de Castilla tuvo un segundo matrimonio con Isabel de Portugal. De este enlace nacerían los dos hermanastros de Enrique IV. Alfonso e Isabel.
Sobre la sexualidad de Enrique IV se ha dicho de todo. Desde que efectivamente hacía honor a su sobrenombre, hasta que simplemente era homosexual. Fuera por lo uno o lo otro, de su matrimonio con Blanca de Navarra no nació heredero alguno. Blanca, como no, pertenecía a la rama Trastámara aragonesa. Era hija de Juan II de Aragón (el padre del Príncipe de Viana y de Fernando ‘el Católico’) y de Blanca de Navarra.

Vistos los antecedentes, nadie en Castilla pensaba que, cuando en 1455 volvió a casarse, hubiese la más mínima oportunidad de que dejase descendencia. Y menos que nadie sus hermanastros, Alfonso e Isabel, segundo y tercera en la línea sucesoria. La elegida por Enrique era Juana de Portugal, hija del Rey Eduardo I. Siete años más tarde y para asombro general, se anunciaba que la reina estaba embarazada. En febrero de 1462, nacía Juana, Princesa de Asturias.
Como le había sucedido a su padre, Enrique no era un hombre dotado para el mando, por lo que no tardó en tener su Álvaro de Luna particular. Su nombre era Beltrán de la Cueva. Las luchas intestinas entre la nobleza seguían asolando el reino y de la misma manera que Beltrán tenía sus aliados, también tenía sus enemigos. Estos últimos no tardaron en acusar al Rey de no ser el padre de la criatura. Aseguraban que era Beltrán y no Enrique, quien había fecundado a la Reina. ‘La Beltraneja’, sería el sobrenombre de Juana para el resto de su vida.

El grupo de nobles rebeldes exigían que Enrique IV no reconociera la legitimidad de Juana y reconociese a su hermanastro como legítimo heredero. Alfonso, como no, acogió con gran fervor la causa de los revoltosos. Y junto a él su hermana. Una Isabel que aún tendría que esperar unos años para ser conocida como ‘la Católica’.
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