Vaya por dios. Mira que es difícil romper los tabúes que uno mismo se impone, y para una vez que rompo uno me sale rana. Nunca entendí que hacían unos pijos austriacos asistiendo a un concierto de música clásica en la mañana del 1 de enero. Tampoco porqué unos tipos con mayas y casco se lanzaban por un trampolín helado en una fecha dedicada a la resaca y la náusea. De la misma manera que no comprendía esas dos costumbres, tampoco entendía eso de correr la San Silvestre. Y es que hacer ejercicio unas horas antes de celebrar la Nochevieja me parecía un gasto inútil de fuerzas, las cuales debían ser empleadas a fondo en dicha celebración.
Pero los tiempos cambian y como decía anteriormente, uno es capaz de romper tabúes a medida que se hace mayor. Yo había roto el de la San Silvestre. El caso es que ahí estaba yo, acompañado de la ‘Gacela de Versalles’ y el ‘Asturcón Percélticu’, para cubrir los 6350 metros de recorrido. Y eso que antes de salir me entró el miedo escénico al ver a tanta gente, algunos de ellos con más aparatos encima, que los necesarios para emprender un viaje espacial. Pero el caso es que la corrí, la sudé y la disfruté. Había hecho algo nuevo y me sentía realizado.
Esta mañana se publicaban los resultados en la prensa y ¡Oh, sopresa! Mi nombre no aparecía. Según mi dorsal, el 509 para más señas, yo soy una tal Mari Cruz. No bastó con que le indicara al señor de la organización que apuntó mi nombre días antes de la prueba, que la ‘ç’, pese a ser una letra que no aparece en el alfabeto español, sí se encuentra en el teclado de los ordenadores. Concretamente a la izquierda del Intro. Tampoco sirvió de nada que mi nombre estuviera escrito en la parte de atrás de mi dorsal-chip. Ni siquiera el hecho de que me llamaran unas horas antes de la carrera para confirmar el número de mi dorsal-chip, fue suficiente. Para la organización yo soy Mari Cruz. Y punto.
En la meta, la organización instaló una carpa en la que se te hacía una foto para dejar constancia de que habías terminado la prueba. Si cuando la vaya a recoger, en vez de aparecer mi imagen, aparece la de una figura femenina, entonces tengo un problema. De identidad sexual para más señas. Aunque si realmente no soy quien pienso que soy, espero al menos que Mari Cruz esté de buen ver. Qué Cruz, señor, qué Cruz…
viernes, 2 de enero de 2009
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